Desde que vi Casablanca por primera vez, me dejo inspirada su conocida frase “We’ll always have Paris” que le dice Rick Blane a su amante en épocas de la 2da guerra mundial. Desde entonces quede flechada con la frase, el concepto y el destino. Sin embargo, nunca le habia tomado tanto entendimiento hasta mi pasado viaje de aniversario y año nuevo: Un recorrido por Paris (y otros países de Europa con alto significado en mi familia).
Recorrer con Erick los Champs Elysées, los jardines de Luxemburgo, la colonia Le Marais de día y noche, visitar la iglesia de Notre Dame, el Louvre, pasar el año nuevo en Buddah Bar y beberme todas las veces que pude la encantadora escena de la Torre Eiffel prendida, apagada, de día y de noche, no son ni tantito comparables a la maravilla emocional que me dejó ese viaje por todo lo demás que vivi.
2015: un año de cambios, de empezar proyectos, de grandes emociones, pero sobre todo de grandes logros, de concretar sueños personales y de pareja, no merecía un cierre menor, pero además ese viaje me marcó un parteaguas para lo que se viene en el 2016: estabilidad, confianza, profunda conexión, emociones y éxitos.
Pude sentir una conexión tan especial con él, después de largas horas de convivencia en tediosas esperas de vuelos demorados y estaciones de trenes, que ahora me siento mas cómoda, mas liberada y con mayor paz.
Paris no fue solo un viaje de año nuevo y/o aniversario, Paris fue el inicio de esta etapa tan platicada en el 2015, tan escrita a lapiz, que ahora es el momento de llevarla a la práctica.
Por ahora, empiezo el año con el pie derecho con un detox de 10 semanas en el programa Reto9Fit para liberar mi cuerpo de tanta deliciosa toxina parisina, para recuperar a esa Ely del 2014 que tanto amé y para dar y ser la mejor versión de mi misma.
Besos, aún con sabor a macarron de chocolate.
El mejor momento de dar gracias en Notre Dame
Congelándonos en Suiza
¡Happy New Year!