A 12 días de correr mi 2do maratón ¡Y cumplir 31!

 

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El pasado domingo hice mi última distancia previa al maratón (para los no corredores, las distancias son, como su nombre lo indica, entrenamientos de distancia larga que se deben de cumplir como requisito para poder correr un maratón y así acostumbrar a tu cuerpo a la resistencia o como quien dice ‘a la chinga’) cumpliendo así, de panzazo y muy por encimita el entrenamiento para Chicago 2015.

Elegí la ruta del Ciclotón que se hace el último domingo de cada mes, orquestada por el Inst. del Deporte de la CDMX y que recorre grandes avenidas de la ciudad dentro de las que destaca Av. Rio Churubusco, con todo y sus 11 puentes que se vuelven, para los flojitos como yo, un verdadero reto de fuerza y respiración.

No me gustan las cuestas, no puedo con ellas y sinceramente tampoco he hecho nada por conquistarlas. Correr en la altura de la Ciudad de México es un verdadero reto para mis pulmones, que con espasmos bronquiales y asma, a veces no pueden dar un aliento más. Sin embargo, ahí estaba yo, frente al primer puente, pensando que tenia de dos: caminarlo o correrlo. Decidí correrlos, porque me lo debía y no saben lo bien que se sentía llegar a la cima, unos metros de caminar estando arriba para bajar mi acelerada frecuencia cardiaca y después… disfrutar la bajadaaaaaa… Justo cuando empezaba a sentirme bien y nuevamente cómoda corriendo en plano, se alcanzaba a ver a lo lejos la siguiente subida. Así, once veces. Lo cual me hizo pensar en la siguiente analogía: la vida se trata de eso, de luchar las subidas, conquistar las cimas, disfrutar las bajas y no acostumbrarse, porque cuando menos lo esperas ya se acabó y debes de prepararte para la siguiente subida. ¡Que aburrido sería correr la vida siempre en plano! ¿no?

Como lo escribía en mi post de No se puede Chiflar y Comer Pinole voy a Chicago la mitad de preparada que como fui el año pasado a Nueva York, pero eso no le quita mérito ni emoción a mi viaje, como leí por ahí el otro día, “corre la misma distancia el que hace 3 horas que el que hace 5”. Voy sin ver el reloj, pero sobre todo voy a reforzarme a mi misma que los retos son para vencerse, que no se vale decir a la mitad del camino “Ya no puedo” y que el sabor de cruzar la meta, habrá valido los 42kms de dolor y todo el camino recorrido.

Un día antes del maratón celebraré mis 31 primaveras, así es señores, logre sobrevivir a mi primer año en los 30s’ saliendo completamente ilesa. Al contrario, creo que esta nueva etapa de pseudo-madurez combinada con chavaruquez me esta sentando bien, llego a los 31 agradecida por tener todo lo que puedo esperar de la vida, por gozar de salud para poder correr un maratón, por tener un compañero de vida con el que haré este inolvidable viaje, por tener la bendición de estar enamorada y ser correspondida, por tener un trabajo que me gusta y además me da de comer (y de vestir, y de comprar zapatitos y bolsas y otras monerías) por tener a mi familia y en especial a mi mamá cerca de mi, por aprender día a día de mis errores y tratar de estar siempre consiente de ellos, por mi loquera, mis ganas de hacer cosas nuevas, por tener hambre de vivir y disfrutar la vida. Por que si, estamos vivos y eso vale la pena celebrarlo en un maratón.

Ahí les contaré que tal 😉

¡Nos vemos en la meta!

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