Quería escribir sobre el Maratón de Nueva York, algunos de ustedes me han pedido la reseña de mi experiencia, pero de alguna manera no quería caer en el típico y de repente hasta aburrido capítulo de “historia de un maratón”.
Si se los puedo resumir en momentos y términos generales, debo decir que simplemente estuvo increíble; el viaje, la llegada a las villas en Staten Island donde estábamos alojados los mas de 50,000 corredores antes de salir, los corrales de salida donde me congelaba a 2 grados y no sentía los pies, el recorrido de 42kms por las calles de Brooklyn, Queens y Manhattan, el horrible viento que hubo ese día y me arrastraba en sentido contrario al que debía correr, la pérdida de mi teléfono, los pensamientos negativos que me empezaron a perseguir cuando iba por el km 37, el espantoso dolor en la planta de los pies que sentía al llegar a Central Park, el glorioso momento de cruzar la meta y por último, el infierno que fue caminar y caminar kms adicionales para recibir mi poncho y cubrirme del frío, así como para salir del circuito del evento y poder llegar a mi hotel en santa paz.
Ese fue mi Maratón, una experiencia que sin duda quiero volver a repetir, si se puede y los astros se alinean, en Chicago 2015.
Sin embargo, me interesa hablar mas de otro maratón que también llevo corriendo hace meses, un Maratón de Emociones que justamente se empalmo con el entrenamiento de Nueva York y que tal vez fue uno de los principales factores que afectaron mi rendimiento.
Los que me hacen el favor de leerme constantemente, se acordarán del post escrito en Julio que llame “Cerrar Círculos” y lo escribí con toda la intensión de eso, de cerrar varios círculos muy importantes para mi, tanto de mi vida profesional como de mi vida personal. A partir de ahí, los meses de Agosto, Septiembre y Octubre, fueron 3 meses caóticos y no por usar el término “caos” considero que hayan sido malos, al contrario, me sirvieron muchísimo para hoy estar en donde estoy, pero ¿en dónde estoy? Estoy en una posición mucho mas conservadora que hace un par de meses. El maratón de emociones me llevó a tener momentos de euforia, de alegría, de desesperación, de tristeza, de enojo y de frustración, pero ahora todo eso se terminó.
Estoy consiente que los cambios, como efecto dominó, siguen y seguirán teniendo repercusiones en mi vida, pero me parece que haber terminado una relación de mucho tiempo, haber cumplido 30 años y haber corrido un Maratón, todo casi en el mismo trimestre es por algo mucho mas grande y con mucho mas valor de lo que puede parecer a la vista general. Hoy las veo como señales que me decían que tenia que transformarme en lo que hoy siento que estoy iniciando: una visión mucho mas pacífica y madura de la vida. Una paz interior que me dice que siempre, siempre, todo va a estar bien. Que las malas decisiones fueron aprendizajes y que las buenas van a rendir frutos, que soy mucho mas fuerte pero a la vez con una nueva sensibilidad adquirida para seguir mis instintos, leer las señales y tomar caminos correctos.
Hoy estoy lista para correr mi siguiente Maratón en el 2015, deseando como sede Chicago. Estoy lista para volver a iniciar mi entrenamiento, para volver a dar todo de mi para poder mejorar, pero también estoy lista para vivir nuevas y mejores experiencias, hoy mi corazón esta feliz, me siento plena, segura y lista para volver a correr pero sobre todo, para volver a amar, para volver a sentir y disfrutar todo lo que me hace sentir afortunada en mi presente y todo lo que me llena de emoción para mi futuro.
Les dejo algunas fotos de esos helados 42k de Nueva York…
Iniciando en los primeros kilometros
El último “jalón” en Central Park
El momento mas placentero que sentí ese día: cruzar la meta. (Con mis maravillosos Sketchers GO RUN que tanto amo y que se portaron muy lindos con mis pies sin ampollas ni rozaduras)
El 2do momento mas placentero del día: el delicioso y calientito poncho de “Finisher”
¡Nos vemos en Chicago 2015!
Maravillosamente hermosa (por dentro y fuera). Espero algún día coincidir contigo en algún maratón.