Vivimos en la era de la revolución dietética. Todo el mundo tiene dietas. Las vemos en todos lados, ¡Hasta en las revistas de chismes! Que si baja en calorías, que si baja en grasas, que si baja en carbohidratos, que si macrobiótica, vegana, de detox, yo en lo personal creo que las probé TODAS (o casi todas!),
Algunas me funcionaron mas que otras, pero después de determinado momento me cansaba, las dejaba, mandaba todo al cuerno y volvía a engordar. ¿Les suena familiar? Creo que todos los gorditos hemos pasado por eso.
Hasta que entendí claramente lo que debía hacer: Cambiar para siempre mi estilo y forma de alimentación.
Mi peso era como subirse a una montaña rusa, de repente bajaba en picada, de repente de poquito en poquito pero volvía a subir y mi closet parecía mas bien una boutique de ropa con una amplia gama de tallas, desde la 7 hasta la 11 o a veces, hasta la 13. ¿Por qué? porque de repente bajaba, de repente subía, de repente no cabía en una talla y compraba la siguiente y así durante meses-años.
Desde que empece este blog, muchos me han preguntado exactamente ¿qué método de reducción de peso utilice? es simple: me hice amiga de las proteínas y aleje los carbohidratos de mi vida (por lo menos una reducción considerable) Esto es en resumen: dejar de cenar cereal o un sandwich y cambiarlo por pechuga de pollo asada o una ensalada de atún.
Desde los años 70s, se puso de moda una famosa dieta titulada “Dieta Atkins” (en honor al cardiólogo gringo Robert Arkins) que atribuía su éxito a la reducción de carbohidratos y aumento de grasas, induciendo el cuerpo a un estado de cetosis. Esta dieta fue muy controversial ya que había muchas opiniones a favor y muchas en contra, ya que además de generar reducciones de peso extremadamente rápidas, inducía a los pacientes a comer exceso de grasas y eliminar por completo carbohidratos, siendo esto ilógico para cualquier ser pensante, ya que representaba un desbalance por completo de los grupos alimenticios y si en verdad pretendía este señor Atkins “educar” a la gente, lo único que hacia es que se atascaran de grasa y al final, dejando la dieta, no habían aprendido a comer. Posteriormente salió la Dieta Dukan, una cosa muy similar, popular por ahí de los años 2000 (esa si me tocó en su boom) y que también basaba su éxito en el consumo de proteínas, pero descuidando al 100% el resto de los nutrientes que nuestro cuerpo necesita.
Cabe mencionar que yo pase por muchas dietas, algunas muy profesionales, desfile con cientos de nutriólogos, desde homeópatas que dan estas maravillosas gotitas que según te quitan el hambre / ansiedad, las dietas donde debes asignarle puntos a la comida y contar tus puntos diario (una pesadilla matemática para los que no somos buenos para los números), drogas y químicos mega potentes a nivel cerebral (controlados con receta medica) como Sibutramina (Raductil) y Redotex para -según- acelerar tu metabolismo y controlar el apetito, total que cada una de estas acciones desesperadas, me llevaba cada vez a hacer mas grande el problema (y mi trasero). Dejaba la pastilla, la gotita o la dieta mágica y de repente, no solo había recuperado el peso perdido sino que hasta había ganado 2, 3 kilos más.
Total que al inicio del 2012, empece a oír por diferentes personas, ya saben, el amigo de un amigo, pláticas mega random en reuniones, hasta en la radio con Martha Debayle, de un programa para bajar de peso en el Hospital ABC… ¡los famosos licuados! Así que me puse a investigar y di con ellos. El tratamiento, basado nuevamente en proteínas (como las del amigo Atkins y el amigo Dukan) sonaba mucho mas sensato, para empezar te hacen una evaluación de la A a la Z para ver si eres candidato, después no te dejan morir solo con las proteínas, sino que te complementan con un montón de suplementos alimenticios para suplir todo lo que no vas a consumir en alimentos y además, la dieta forma parte de un tratamiento integral de cambio de estilo de vida llamado Vive Ligero donde te incluyen terapia psicológica y un pool de especialistas en medicina del deporte, nutriólogos y médicos internistas que te monitorean desde todos los puntos de vista especializados en el tema.
¿Cómo funciona?
Bueno, sin marearlos con la parte técnica porque además soy malísima explicándolo, el tratamiento SI esta basado en la cetosis (entiendase por cetosis como: proceso metabólico del cuerpo que, en ausencia de glucosa -o sea azúcares y carbohidratos- toma como fuente de energía la grasa de tu cuerpo) Muchos van a pensar: “ahh pues si con solo dejar los azucares y los carbohidratos entro en cetosis, pues ya esta, no necesito ninguna dieta” ¡Error! Resulta ser que si disminuyes tus consumos de carbohidratos, tu muy inteligente cuerpo, antes de irse a buscar energía en la grasa… ¡la busca en los músculos! así que ¿adivina que? claro que perderás peso, pero no perderás grasa (que es lo que pasa en la mayoría de las dietas esas mega mortales de lechuga y agua) literal te auto-mutilas por dentro y te comes tus propios músculos. ¿Que hace la proteína? Protege el músculo, evitando que el metabolismo vaya y se atasque de ellos y tome, ahora si, la horrenda, voluptuosa y muy aferrada, grasa de tu cuerpo.
El tratamiento incluye varias fases: La primera que es la de cetosis, sustituye prácticamente TODOS los alimentos reales de color, sabor y olor, por sobres de proteína de soya y de clara de huevo. Acompañas la proteína (eso si, de miles de sabores) con ciertas verduras y en ciertas porciones.
Solo proteína en polvo + verduras. Thats it.
Cuando supe esto la primera vez, obvio pensé que no iba a poder, pero la verdad es que cuando empiezas a ver los tan platicados resultados, agarras unas fuerzas de no se dónde y te motivas a seguir.
Aquí no acaba el proceso, de hecho, a penas empieza.